Y yo me desvanezco, me evaporo, sola...
Sin la mirada larga e intuitiva, en que nos dijimos todo, absolutamente todo.
Yo sin
poder alcanzar mi playa, añorando mientras viva ese solo para ti y para mí.
Me ausento, despedida sin el último abrazo, largo, silencioso, sin prisas, sin
nadie más en el pensamiento, solo para nosotros...
Tu silencio duele, ¡Dios como duele!
No mires al alma, olvida la conciencia. Solo por un día, solo por otra
mirada, que seguro nos apacigua el alma, una sola, la tuya y la mía juntas. Tan solo por un día al pie del mar, para tener a alguien que me
seque la angustia, que me seque la agonía, que perdure para siempre, alimentándonos con el recuerdo.
Te quiero siempre,
ineludiblemente siempre.
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