Querido amigo:
La noche nos revela con saña la soledad que durante el día oculta
el bullicio. Al finalizar los quehaceres cotidianos arropados por la
muchedumbre, el desamparo se ceba en las sombras.
El espacio
de recogimiento despierta los deseos incumplidos, la yunta coja que tanto
ansiamos completar.
Desnudar los miedos, la tristeza, antes de
sumirte en la noche, libera la fatiga. Nos lega el descanso placentero y un
amanecer ilusionado.
Querido
amigo, toma un trocito de manta. Sentados bajo el porche, acurrucados, para
hacer más llevaderas las horas de vigilia previas al sueño.
Posdata:
ahora, sueña en colores dulces.
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